miércoles, 24 de mayo de 2017

Menester

Recuerdo claramente el día en que no parabas de reír porque lo inventé todo para no morir en un pantano de rutina y silencio. El cielo mostró un atípico e incondicional azul bañando nuestro rincón de piedras y maleza con luz divina, aunque vos insistas que tal cosa no es real. Como es un escenario imaginario y por lo tanto sin consecuencias para mi frágil salud, yo me encontraba en la sombra bebiendo mi tercer café de la mañana, con zapatos rojos nuevos y unas gafas oscuras, leía un libro pequeño que apenas alcanzaba a comprender y te veía llegar con la felicidad a cuestas, como un regalo que estabas dispuesta a entregar, como una carga que era menester compartir (...continuará).

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