miércoles, 24 de mayo de 2017

Promesa

Empezabas a explicarme el porqué de tu ausencia pero tuve que pedirte que empezaras de nuevo pues me distraje con los colores de tu voz, y el mensaje se hizo niebla y ya jamás lo pude descifrar. Tomaste mi mano derecha entre tus dos manos y te sentaste en el suelo mientras narrabas el llanto de tu lunes, el fracaso de tu martes y el silencio en que se fue convirtiendo el resto de tu semana. Pude ver que estabas incómoda pero también pude ver que no te importaba, pude ver una puerta que se abría y pude ver la luz que empezaba a desangrarse de tus ojos. Y fuiste paz. Y fui promesa.

Desierto

La siguiente confesión con el patrocinio de Club Colombia Negra: Te extraño, extraño tu reticencia a producir una nota, extraño tu ausencia con absoluto control, extraño tu puta voz que es mejor que escuchar Habanera en vivo, extraño tus putos huesos que me traen toda la paz que esta noche me es imposible, extraño tus líneas que eran agua en el desierto, extraño tus no besos, extraño tus no abrazos, extraño mi nombre que no lo era cuando vos lo pronunciabas, extraño que el mundo era un lugar más decente cuando vos estabas, extraño sentir la misma esperanza en el futuro que sentía cuando hacías tu aparición. Y hoy no estás. Y hoy es gris.

Problemas

Y entonces... gran parte de lo que le gustaba llamar "sus problemas" provenía del silencio, ese que siempre le habían dicho, moldeaba a los sabios. Pero no, el silencio le devoraba la vida, se llevaba lo que algún día fue alimento, terminaba con cada cosa que construía, alejaba a lo que siempre creyó eterno; el silencio era la puerta final que se cerraba dejando atrás pedazos de una vida más feliz y más incierta, más real.

Menester

Recuerdo claramente el día en que no parabas de reír porque lo inventé todo para no morir en un pantano de rutina y silencio. El cielo mostró un atípico e incondicional azul bañando nuestro rincón de piedras y maleza con luz divina, aunque vos insistas que tal cosa no es real. Como es un escenario imaginario y por lo tanto sin consecuencias para mi frágil salud, yo me encontraba en la sombra bebiendo mi tercer café de la mañana, con zapatos rojos nuevos y unas gafas oscuras, leía un libro pequeño que apenas alcanzaba a comprender y te veía llegar con la felicidad a cuestas, como un regalo que estabas dispuesta a entregar, como una carga que era menester compartir (...continuará).

Confites

A solo unos centímetros de vos, a menos de un paso de tu canción somnolienta y casi sin sentido, dibujo con tiza blanca un círculo desordenado alrededor de tu rostro y el polvo no se va de mis dedos, ni la tristeza, ni el sabor del último café. Pongo en juego cada uno de mis defectos, la impaciencia infinita, la voz que se fuga, mi interpretación única del fenómeno del tiempo... siempre tuve que pelear por aquello que en poco tiempo desecharía. Aun con alas me arrastré por no soltar tu mano, sed disfrazada de terquedad. Ahora las noches ya no lloran y toda la música del mundo se deshace en confites que jamás abriré, pero que llevan tus colores.

Mi enfermedad

Esta noche vamos a analizar mi enfermedad que, ya lo sabemos, sos vos. Vamos a reflexionar acerca de las palabras que me ha robado el sueño y de los silencios que por tanto me he obligado a construir, basados por supuesto en la ignorancia de la no existencia. Vamos a pensar en esa vida a medio vivir (o vivida por contrato a medio tiempo indefinido, como se lo quiera ver) y en el permiso que le damos al miedo para que nos calle, nos detenga, nos anule, nos impida entregar lo inaplazable, nos permita aplazar lo necesario. Vamos a pensar en nuestros peores enemigos que, obviamente, somos nosotros mismos, y en cómo fabricamos las trampas con las que a diario nos abandonamos a los caprichos de la impotencia y la muerte de la soledad.

Gracias

Ese pedacito de felicidad que encontramos en el silencio hoy regresó hasta mí, me regaló un abrazo generoso y me recordó que si soy quien soy es gracias a todo lo que me diste, todo lo que para mí fuiste.

Angie

Ubiqué mis demonios sobre la mesa, los invoqué con el propósito explícito de mostrar el vasto territorio que gobiernan mis sombras, el carácter fúnebre de mi paso efímero por esta tierra. Vos, tierna aunque lo niegues e indiferente a mis intenciones, los saludaste de beso, te presentaste y continuaste con tu jugo mientras tu lumbre los extinguía, los transportaba silenciosos y resignados en un carrito de olvido y perdón.

Oficiantes

Y después de un amague de semana, después de luchar contra el oficio y los oficiantes, después de la cerveza de rigor y la reflexión de afán, no queda sino concluir que lo ideal sería hablar de una buena vez de amor, ojalá con mayúscula, y tratar de despegarse de la vida porque no conviene protegerla tanto, porque eso también deja tristezas, porque eso también nos deja vacíos, inconclusos en el corazón (el XL, por supuesto)