viernes, 14 de agosto de 2015

Una alfombra de cartón

Me deslizo cuesta abajo por una montaña feliz, alejada de ruidos y humos. Un camino verde eterno me conduce veloz hacia la planicie, la luna ilumina el horizonte y espera impaciente su reemplazo. Las horas de vigilia empiezan ya a pesarle bajos los ojos pero su voz sigue intacta, podría, dice ella, cantar diez noches más. Desciendo sentado sobre una alfombra de cartón, sobras lujosas de productos hace mucho olvidados, mi antes caja es un trineo impulsado por la gravedad y la necia voluntad de no morir callado, mi transporte se mueve con la fuerza de todos mis sueños y un par de mis pesadillas, avanza con cada latigazo de una fe que no se decide a abandonarme, con cada grito, con cada llamado a tu amor de nostalgias y silencios.

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