lunes, 28 de octubre de 2019

Promesa incumplida

No puedo escribir para vos, tengo mis razones. Creo que las compartiría la mayoría de personas que me conocen y, más importante, mi pasado y mis errores estarían de acuerdo. Entonces a la mierda, me quedo con mi silencio para variar y lo respaldo (y me respaldo), porque después de todo son esos dos centímetros que te separan de mí lo que te da brillo, lo que te da alma, no sos vos, no es tu voz, no es tu garra ni tu encanto ni tu porte ni tu puto caminado que es como flotar, ni tus manos que hacen y deshacen, ni tu pecho que es misterio, ni tus ojos ni tus pintas únicas ni esa forma absurda e insoportable de ver la vida. Tu historia es argumento suficiente para mantenerte lejos, mi historia es argumento suficiente para mantenerme inmóvil. Pero te quiero y no puedo hacer énfasis suficiente en esas dos palabras. Te quiero. Con una ansiedad anciana, calmada, reposada, paciente. Te quiero con todas las contradicciones posibles, te quiero cuando me caes mal, cuando no te entiendo, cuando apenas tolero lo que sos. Te quiero en todos los espacios que hemos compartido, te quiero en cada tiempo que hemos sabido construir, en cada clima, en cada camino, en cada ausencia, en cada temor de ya no poder quererte de frente, te quiero con todas estas palabras que morirán sin nacer, te quiero en el cansancio que me provocas, te quiero en mi terquedad de quererte a mi manera, te quiero porque es luz quererte y el corazón se me abriga un poquito cuando lo hago. Aclaro, digo quererte porque quererte me hace bien, me nutre, me transforma, me convierte en este fantasma triste que soy ordenando letras en la noche para abandonarlas en la mañana, me convierte en el adulto sencillo que siempre quise ser y en el niño crítico que espero no se acabe con mi muerte

No hay comentarios.:

Publicar un comentario