Me refugio cristianamente en mi silencio (los hábitos antiguos mueren con dificultad) y salgo a la calle en medio de aguaceros varios con la esperanza absurda de encontrar un buen charco, uno lo suficientemente profundo para ahogarme a mí y a mis demonios, o en su defecto llevarme a través de las alcantarillas hasta algún destino incierto que se tome su tiempo para deshacerse de mí.
Ofrezco palabras de amores tristes y luces lejanas. Un poco de melancolía repartida en la semana.
domingo, 2 de noviembre de 2014
Charcos
Puedo verter el contenido de todos los océanos conocidos o beberlos, da igual, no se va este sentimiento de vacío, este sinsentido que me acorta los días y desnuda mis árboles, antes tan llenos de color y vida. Qué soledad tan puta y tan llena de odios y resentimientos, qué existencia tan decididamente gris. Todos los aromas de vos que con paciencia y empeño fueron marcando momentos y palabras en mi memoria, poco a poco me han ido abandonando, creando el suelo árido desde el que ahora te escribo; soy testigo inmóvil de esta decadencia y sé que mis lágrimas nada lograrán salvar.
Me refugio cristianamente en mi silencio (los hábitos antiguos mueren con dificultad) y salgo a la calle en medio de aguaceros varios con la esperanza absurda de encontrar un buen charco, uno lo suficientemente profundo para ahogarme a mí y a mis demonios, o en su defecto llevarme a través de las alcantarillas hasta algún destino incierto que se tome su tiempo para deshacerse de mí.
Me refugio cristianamente en mi silencio (los hábitos antiguos mueren con dificultad) y salgo a la calle en medio de aguaceros varios con la esperanza absurda de encontrar un buen charco, uno lo suficientemente profundo para ahogarme a mí y a mis demonios, o en su defecto llevarme a través de las alcantarillas hasta algún destino incierto que se tome su tiempo para deshacerse de mí.
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